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El Diario de Sak K’inal Tajaltik

A Carlos Lenkersdorf, estudioso del pueblo tojolabal, de su lengua, costumbres y cosmovisión, le fueron entregados unos cuadernos de notas escritos por un joven luchador, Sak K’inal Tajaltik, perteneciente a una familia de peones acasillados que obtuvieron su libertad recién en 1953 en que se convirtieron en ejidatarios. “Sak K'inal Tajaltik nunca pensó que sus notas se publicaran -nos dice Carlos Lenkersdorf-, tomó apuntes sólo para clarificar sus pensamientos”. Sak K’inal murió a principios de los setenta, antes de la constitución del EZLN, sin embargo, sus cuadernos -16 en total-, son muestra de la cosmovisión tojolabal que reaparece de múltiples formas en el pensamiento y práctica zapatistas que se hacen públicos a partir del 1° de enero de 1994.

La publicación bilingüe y comentada del libro de Sak K'inal Tajaltik está en preparación pero, mientras tenemos la oportunidad de conocerla, su editor nos ofrece este breve pero significativo adelanto. Las anotaciones entre corchetes son de Carlos Lenkersdorf.

 

Sobre la explotación y opresión[1]

 

Nosotros estamos explotados por los ricos, los patrones. En el pasado nos quitaron la tierra. [Lo hizo] el gobierno mediante muchas leyes. Es producto del imperialismo.

Pero las mujeres tienen otro explotador más entre ellas, somos nosotros los hombres. Al casarnos entran en la casa como esclavas.

Si ya no queremos la opresión, la explotación, es necesario que la echemos fuera de nosotros mismos.

La explotación misma entró en nuestros corazones, pero nosotros no nos damos cuenta. La primera tarea que se hace evidente pues es que nosotros mismos destruyamos la explotación.

 

El camino donde hay explotación

 

En ese camino sólo uno manda, los demás tienen que obedecerle; sólo uno es libre para hacer lo que le dé la gana. Los demás tienen que estar al servicio de él; sólo uno come bien. Los demás comen lo que le sobra [al rico]; pero dentro de esto a algunos les va mejor, es a nosotros los hombres.

Nosotros mandamos. Las mujeres tienen que obedecer.

Somos libres para ir por donde y cuando queramos. Las mujeres [en cambio, tienen que] quedarse en casa.

Nosotros comemos bien, pero las mujeres comen sólo lo que sobra de nuestra comida.

Nosotros descansamos cuando las mujeres siguen trabajando aún.

Nos[otros los hombres nos] ayudamos mutuamente en nuestros trabajos; las mujeres, en cambio, quedan solas en nuestras casas.

Nos hemos acostumbrado con esta situación problemática como si se nos dijera que ya entró en nuestro corazón. [La verdad es que] nos gusta mucho esta clase de explotación.

Por eso tenemos que tomar conciencia de esto y arrancarlo de nuestro corazón, pero es difícil porque nuestro corazón es delicado. [Al darnos cuenta de nuestro comportamiento de explotadores, no lo queremos aceptar sino que] luego nos enojamos. Nuestro enojo, sin embargo, es una señal de que andamos por el camino correcto aunque no estemos de acuerdo. En última instancia el problema es que todavía no queremos destruir al explotador [tan arraigado en nuestro corazón]. Es ese explotador interiorizado el que representa nuestros delitos escondidos.

Debemos echarlo fuera para que no destruya el alma nuestra.

 

Practiquemos lo dicho

 

Si la meta es que se acabe la explotación debemos acordar de verdad ayudar a las mujeres. 

En ese sentido, que una mujer con muchos hijos ya no cargue el agua, la leña, el ocote. Podemos ayudarle; y no dejar que al lavar la ropa tenga una tarea para sí sola.

Más adelante [tenemos que enfocar] lo de puercos, gallinas, chivos, guajolotes en común [de cuyo mantenimiento las mujeres son responsables tradicionalmente]

Las mujeres tienen el derecho de reunirse/organizarse para comentar entre sí cuáles son los problemas que enfrentan en sus trabajos. Seguro se mencionará el problema de cuidar la casa porque los varones dicen que ésta es la tarea de las mujeres, la de cuidar la casa.

Las mujeres tienen el derecho [de reunirse y después nos hablarán de sus otros derechos y problemas] pero nosotros les diremos cada vez que ellas nos hablan que [la situación que prevalece] ya forma parte de nuestras costumbres. [Es decir,] los hombres no piensan en el trabajo de sus esposas. Si él dice “iré a la milpa”, no pregunta si ella puede o no traerle el pozol [hasta la milpa al mediodía]. [Eso es una obligación de la mujer].

 

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[1] explotación = 'ixtalajel en tojolabal. Etimológicamente significa tratar a alguien como juguete, por ello puede traducirse como desprecio al otro, explotación, opresión, despojo de sus derechos, manipulación, no tratar al otro como igual.