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Francisco Pineda

Vaciar el mar

(la guerra y la crisis de estado)

 

Cada día, cada semana, cada mes, hallamos
y aniquilamos más camaradas suyos, más
campamentos de base, más cuevas...
Sólo la muerte está cerca.
¿Oyen los aviones? ¿Oyen las bombas?
Es el ruido de la MUERTE: DE SU MUERTE.
Vengan con nosotros si quieren sobrevivir.1

 

Al lado de ese escrito estaba la fotografía de una víctima, con las entrañas saliendo del vientre. El pasquín buscaba que la población civil, a la que estaba destinada esta propaganda, huyera de su territorio. Sí, todo campesino debía huir de la muerte, pero aquel que tratara de escapar de un modo distinto del aprobado por el gobierno era considerado, por ese solo hecho, culpable de rebeldía y blanco de los ataques indiscriminados.

Tal fue uno de los procedimientos en la estrategia de Estados Unidos y el gobierno títere de Saigón para despoblar las zonas rebeldes en Vietnam. A la opinión pública internacional se le trató de hacer creer que "los refugiados huían del terror del vietcong". En el campo de concentración de Phu Loi, donde se realizó una atroz matanza por envenenamiento de más de mil personas sospechosas de apoyar al Frente de Liberación Nacional, colgado de los alambres de púas, otro mensaje rezaba: BIENVENIDOS A LA LIBERTAD Y LA DEMOCRACIA. BIENVENIDOS AL CENTRO DE ACOGIDA A LOS REFUGIADOS QUE HUYEN DEL COMUNISMO.

Según los expertos del Pentágono, si los guerrilleros se movían en el seno del pueblo como peces en el agua, la estrategia contrainsurgente debía ser "vaciar el mar", es decir, despoblar la zona rebelde. Vietnam ha sido, desde entonces, el paradigma de la doctrina contrainsurgente en todo el mundo.

En México, la política implementada por el gobierno y el alto mando del ejército federal en contra de los zapatistas se funda en los principios de esa doctrina. La masacre y la propagación de la idea de mujeres embarazadas con el vientre abierto a puñaladas, el uso del terror para obligar a la población de Chiapas a adherirse al PRI no presentan un simple parecido con los métodos del gobierno títere de Saigón. Ésta no es una casualidad. Es el resultado de largos años en que se ha forjado el "tercer vínculo", la subordinación militar de México a los poderes de Estados Unidos.

La desnacionalización del ejército

Como sabemos, la llegada de Carlos Salinas a la presidencia de la república dio el impulso definitivo a la negociación del Tratado de Libre Comercio. En materia económica, durante décadas ésa fue la meta más anhelada de la élite dominante. La pieza que faltaba para producir una nueva relación de dependencia capitalista era condicionar jurídicamente las relaciones de mercado. Sin embargo, para Estados Unidos y sus aliados criollos, tal proyecto de integración nunca ha sido concebido sólo en términos comerciales. Según el Pentágono, "democracia, desarrollo y seguridad regional van mano con mano", porque es inconcebible que la expansión de capitales no esté acompañada de garantías militares. Más todavía, de acuerdo con minutas de discusiones entre funcionarios del Departamento de Defensa de Estados Unidos, el propio TLC representa la primera fase para la integración económica y, también, el primer paso para rediseñar la seguridad hemisférica, con miras a crear un brazo armado multinacional, lidereado por Washington.2

La reorganización del Ejército Mexicano lleva años de estudio y discusión. A fines de 1993, por ejemplo, el coronel Stephen J. Wager, miembro del Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del ejército estadounidense, publicó un libro titulado El ejército mexicano de cara al siglo XXI. Este coronel sostenía, anticipadamente, que el Tratado de Libre Comercio y la abolición del ejido se traducirían, por necesidad, en descontento y desorden social en México. En consecuencia, el futuro del ejército nacional debía contemplar su transformación en fuerzas ágiles, móviles y de reacción rápida, para confrontar los desafíos al gobierno, los disturbios sociales derivados de problemas económicos.3

Apenas un año después, en esa línea, el alto mando del ejército federal echó a andar su más ambicioso proyecto de transformación: "El Programa de Desarrollo del Ejército y la Fuerza Aérea Mexicanos", como dicen los oficiales gringos, de cara al siglo XXI.

La creación del "nuevo Ejército Mexicano", el que basa su fuerza en los boinas verdes, los comandos, las fuerzas de élite, las tropas de asalto, los escuadrones de fuerzas especiales en cada región militar, con particular énfasis en Chiapas y Guerrero, con equipo y armamento sofisticados, se puso en marcha en enero de 1995.4

La base doctrinaria del "nuevo Ejército Mexicano" está, desde entonces, en la redefinición tajante del concepto de seguridad nacional. Según esta "modernización" conceptual, la función primordial del ejército deja de ser el resguardo de la soberanía nacional y se adopta como objetivo central el combate a la insurgencia interna. En ese nuevo marco, el estado mexicano ha llevado a cabo trueques de soberanía por armas. El espacio aéreo nacional, como consecuencia de ello, dependerá desde 1998 de Estados Unidos. El Information Analysis Center de la embajada yanqui se encargará de controlar los sobrevuelos y aterrizajes de aviones en territorio mexicano.5

En la misma lógica de modernización-desnacionalización se inscribe el hecho, señalado por Luis Javier Garrido, de que en la guerra sucia contra los zapatistas el ejército federal ha asumido el cumplimiento de los manuales del Pentágono y ha dejado de acatar la Constitución Política mexicana.

Este proceso de desnacionalización del ejército y renuncia de soberanía por el estado es central para la coyuntura y tiene relevancia histórica. ¿Cómo fue posible que ocurriera tal desnacionalización del Ejército Mexicano? ¿Cómo logró ganar esa batalla el ejército yanqui, sin disparar un solo tiro?

En el momento actual, los ciudadanos mexicanos sólo tenemos algunos indicios para empezar a reconstruir ese proceso. Algunas líneas son las siguientes.

1. El 16 de marzo de 1994, el coronel John Cope, especialista del Pentágono en las Fuerzas Armadas mexicanas, afirmó que se observaba "un ablandamiento gradual" de los oficiales mexicanos a las pretensiones de Estados Unidos, razón por la cual Washington expresaba su agradecimiento al entonces presidente Carlos Salinas de Gortari.6

Los militares mexicanos, afirmó el coronel Cope, "tienen sospechas sobre nuestras intenciones", porque la historia "justifica su desconfianza y resistencia a depender de nosotros en cuestiones de seguridad".

Hoy, teniendo presentes los narcoescándalos del estado, podemos observar que ese cambio de actitud, ese ablandamiento del nacionalismo, propiciado por Carlos Salinas en el seno del Ejército Mexicano, no es ajeno a hechos de enriquecimiento ilícito y tráfico de drogas.

Ningún general puede resistir un cañonazo de cincuenta mil pesos, se dijo en otros tiempos. Ahora, de acuerdo con la modernización tecnocrática, esos cañonazos se miden en millones de dólares.

2. El ablandamiento de la oficialidad mexicana se logró también a través de las relaciones personales, en distintos niveles, con los mandos militares estadounidenses. La política norteamericana de "estrechamiento de lazos" ha significado frecuentes reuniones de los secretarios de Defensa de los dos países pero, en otros niveles de la jerarquía castrense, la relación ha sido más intensa.

Desde 1994 se instituyó un seminario anual, "La seguridad norteamericana en los tiempos del TLC", en el que participan oficiales mexicanos. Ese evento es patrocinado por dos organismos del Pentágono, el Instituto de Estudios Estratégicos y la Subsecretaría de Defensa para Asuntos Latinoamericanos.7 La Fundación McArthur, por su parte, financia un proyecto binacional para trazar la nueva doctrina militar hacia México. Una investigación auspiciada por ese organismo, "Intereses estratégicos y perspectivas de Estados Unidos y México en el mundo post-bipolar", destaca el papel que asumirán el Departamento de Estado, los de Justicia, Defensa, Transporte, Tesoro, el Consejo de Seguridad Nacional y la CIA en nuestro país.8 Estarán a cargo de programas poblacionales, de refugiados, migración, medio ambiente, lucha contrainsurgente y contra el narcotráfico y, por supuesto, promoción de la democracia y derechos humanos para México. En efecto, para los militares gringos el concepto de seguridad, aquello que pone en peligro a Estados Unidos y debe controlarse militarmente, se ha ensanchado. Según el general James R. Harding, presidente de la Junta Interamericana de Defensa de la OEA, la amenaza a la seguridad interna de los Estados Unidos es tan vasta que comprende la migración ilegal de mexicanos, la contaminación ambiental, así como la violación de patentes y derechos de autor.9

En la misma línea de "estrechamiento de lazos", oficiales mexicanos fueron invitados a Texas para presenciar los ejercicios Arenas en Movimiento ’94. Pudieron observar cómo se prepara el ejército de ese país para intervenir militarmente en otras naciones, en caso de que depósitos petroleros estratégicos estén en riesgo de caer en manos de sus enemigos.10 Volvieron sorprendidos, no por la posibilidad de que esa intervención ocurriera en suelo mexicano, sino por la tecnología que emplean sus congéneres.

Otros acercamientos cara a cara entre oficiales de ambos ejércitos tienen un carácter más "social". Desde que fue reactivada, bajo la presidencia de Salinas, la Comisión de Defensa Conjunta, con reuniones dos veces cada año, jóvenes prospectos del ejército de México viajan a Estados Unidos. "En la informalidad de los convivios (ha habido hasta días de campo), los estadounidenses han podido identificar las áreas de interés de los mexicanos."11

Los picnics que organiza el Pentágono para oficiales mexicanos pueden interpretarse como una especie de microbatallas donde, además de información, el ejército federal posiblemente ha estado perdiendo a sus futuros mandos. En efecto, ese tipo de "convivios" son ideales para establecer mecanismos de control por medio del chantaje. Bien es conocida la predilección en Estados Unidos por ese instrumento de sujeción individual. En los días actuales hemos estado viendo un episodio más de ello, a través de los affaires de su presidente William Clinton. Si el espionaje, el escándalo y el chantaje resultan tan eficaces con su propio presidente, ¿cómo no habrá de ser atractivo ese recurso contra los altos mandos del Ejército Mexicano del futuro?

Además, los militares norteamericanos, en su trabajo con la oficialidad mexicana, también han sugerido jugosos negocios, toda vez que el libre mercado y la nueva doctrina castrense que plantea la urgente modernización suponen compras de equipo en gran escala y la posibilidad de desarrollar una industria militar, en sociedad con empresas multinacionales. En ese sentido se pronunció la subsecretaria de Defensa para Asuntos Latinoamericanos, Mary Lucy Jaramillo.12

3. El ablandamiento del Ejército Mexicano ya ha arrojado resultados. Tres son los aspectos de mayor importancia: a) doctrina, b) armamento y equipo, y c) adiestramiento. Estas áreas constituyen la base para que pueda concretarse la meta superior que persigue el ejército yanqui: implementar ejercicios y planes militares conjuntos, es decir, subordinar "adecuadamente" el mando del Ejército Mexicano, para establecer un nuevo régimen de seguridad. "El futuro que vislumbramos es el de nuevas generaciones de personal militar estadounidense y mexicano compartiendo sus experiencias, entrenamientos y objetivos", señaló William Perry, secretario de Defensa de Estados Unidos, en el campo militar número uno, en la ciudad de México.13 Se refirió especialmente al narcotráfico, que en este proceso de transformación del Ejército Mexicano ha sido la llave maestra. Las metas, sin duda, son mucho más amplias y comprenden la subordinación jerárquica. En el Congreso de Estados Unidos se aprobó, en septiembre de 1995, una resolución para que el presidente de ese país nombre "al comandante de un comando de combate unificado, que realice todas las operaciones contra narcóticos del Departamento de Defensa en las áreas del hemisferio occidental localizadas al sur de Estados Unidos, incluido México".14 Para un sector del gobierno yanqui, interesado en acelerar el control militar sobre nuestro país, esa resolución del Capitolio debería traducirse en la inmediata incorporación de México al área de operaciones del Comando Sur del ejército estadounidense, cuya sede se encuentra en Panamá. Sus oponentes consideran que, por el contrario, tal medida sería contraproducente, pues sólo provocaría que un sector nacionalista del Ejército Mexicano, también calificado de xenófobo, recuperara la fuerza perdida.

La crisis posible

  • En ruta a Guadalupe Tepeyac, (censurado) fue detenido en un puesto de inspección militar/inmigración localizado en Ignacio Zaragoza (censurado), se le prohibió el paso a todo el tráfico, incluida la prensa, y mientras hablábamos con el sargento encargado, (censurado) fue confrontado por representantes de la prensa americana, quienes preguntaron:

    –¿Quién eres?

    Antes de que (censurado) pudiera responder, el sargento mexicano dijo:

    –Son militares americanos.

    (Censurado) responde:

    –No. Somos diplomáticos americanos que sólo estamos observando.

    –¿Están aquí para revisar la violación de derechos humanos por parte del ejército mexicano?

    (Censurado) responde:

    –No, no sabemos de ninguna violación a los derechos humanos.

    –¿Están aquí porque Estados Unidos demanda que México tome acción contra el EZLN para poder otorgar los préstamos solicitados?

    (Censurado) responde:

    –No, México es una nación soberana.

    –¿Están aquí para respaldar al gobierno mexicano en su lucha contra los zapatistas?

    (Censurado) responde:

    –No, los Estados Unidos no están dando ninguna asistencia al gobierno de México en la lucha contra el EZLN.

    –¿Qué están haciendo aquí?

    (Censurado) responde:

    –Iremos tan lejos como se nos permita, sólo estamos observando la situación.

    –¿En la embajada, quién firmó el oficio para la Defensa (Sedena) que les permite estar aquí?

    (Censurado) responde:

    –Yo no hago el papeleo, las secretarias se encargan de eso. (Defense Intelligence Agency, "Chiapas, quinta actualización: operaciones del ejército mexicano", informe secreto del 12 de febrero de 1995, desclasificado el 26 de agosto de 1996.)15

  • Esos militares gringos que se quisieron hacer pasar por diplomáticos se encontraban en el campo de operaciones precisamente en el momento en que el ejército federal había emprendido la ofensiva del 9 de febrero de 1995 contra la Comandancia General del EZLN. Y el hecho de que antes se haya duplicado el personal militar de ese país en Chiapas, para monitorear los acontecimientos –según los mismos informes desclasificados del Departamento de Defensa de Estados Unidos– indica, a todas luces, que el Pentágono estaba al tanto de los preparativos. La injerencia extranjera en los asuntos militares internos de la nación, y no sólo en los asuntos políticos y económicos, es innegable y tiene el aval del gobierno.

    Pese a los desmentidos de la Secretaría de la Defensa Nacional, según la agencia militar de inteligencia de Estados Unidos, el Ejército Mexicano cuenta con un plan de ataque contra el EZLN, y desde 1994 "está listo para ejecutarlo al momento que reciba una orden de mando. Si se le diera la oportunidad, el ejército, deseoso, iniciaría la campaña e infligiría graves daños al EZLN y probablemente [sin duda alguna] a la población civil de Chiapas".16

    Para los oficiales yanquis radicados en Chiapas, la mentira como estrategia de comunicación del ejército federal es algo "bueno para el consumo interno" en México.17 Pero existen precedentes que permiten sospechar que se trata de algo más que una simple opinión. Desde el 13 de mayo de 1994, la Secretaría de la Defensa Nacional "finalmente cedió ante la insistencia del Pentágono y aceptó considerar sus ofrecimientos para recibir entrenamiento sobre relaciones públicas y manejo de los medios de comunicación".18 Una delegación de alto nivel del Ejército Mexicano, integrada por el general de brigada Víctor M. de la Peña Cortés, los coroneles Héctor A. Alvizo Hernández, José Luis R. Velasco Guillén y el teniente Sócrates A. Herrera Pegueros, viajó a Washington en esa ocasión y recibió informes detallados de los especialistas sobre propaganda militar. Los oficiales estadounidenses, encabezados por el general Charles McLain, invitaron a sus distinguidos visitantes al restaurante Cedar Knoll y, en la cordialidad de la cena, les aconsejaron "tomar la ofensiva informativa" y ofrecer la "versión oficial" antes que los "adversarios" difundieran la suya. Visitaron también la Escuela de Defensa Militar, en Fort Benjamin Harrison, estado de Indiana, que es considerada "el secreto mejor guardado" del Pentágono y que tuvo una parte muy activa en el diseño de la propaganda durante las guerras de Vietnam y el Golfo Pérsico. La visita fue financiada por la Agencia de Información del gobierno de Estados Unidos (USIA). Con anterioridad, un general que no tuvo la oportunidad de asistir a la escuela de Fort Harrison, pero que también tenía amigos en la embajada gringa, Victoriano Huerta, había señalado: "Yo nunca siento lo que digo y nunca digo lo que siento".19 Debe suponerse que esos cursos en mentiras se refieren a una estrategia garantizada, que amerita ser tomada en cuenta.

    La posibilidad de la guerra abierta en México se reactualizó con la masacre de Acteal y el despliegue del ejército contra las comunidades zapatistas. Estos acontecimientos tuvieron como antecedentes inmediatos: 1) el remplazo del general Mario Renán Castillo (según informes de prensa, defensor de la vieja doctrina de Seguridad Nacional, que gustaba de decir que el Ejército Mexicano no tiene enemigo interno)20 por el general José Gómez Salazar, en la comandancia de la VII Región Militar que comprende Chiapas y Tabasco; 2) el atentado contra el obispo de San Cristóbal, Samuel Ruiz García; 3) la injerencia del embajador del Vaticano, Justo Mullor, quien reclamó que se desarmara al EZLN; 4) la intensificación de las acciones de terror de los grupos paramilitares, especialmente en el municipio de Chenalhó; 5) una vasta campaña propagandística contra la violencia, en la que inusitadamente las empresas televisivas convocaron a una manifestación callejera; 6) la petición de suspensión de las garantías constitucionales en áreas específicas del territorio nacional, hecha por la Barra Nacional de Abogados (Ignacio Burgoa Orihuela) al poder Ejecutivo, y como punto culminante 7) el anuncio de una Cruzada Nacional contra el Crimen y la Violencia, por el presidente de la república, el 3 de diciembre de 1997. Estos hechos, que eran signos preocupantes antes de la masacre, con los acontecimientos que sobrevinieron a partir de Acteal, parecen el redoble de tambores.

    El teórico más afamado de la guerra, Karl von Clausewitz, sostenía hace un siglo que la guerra es un recurso serio para alcanzar propósitos serios, y que en ella el elemento decisivo es el factor humano. Si el gobierno federal pone en marcha el plan de ataque a los zapatistas y desata la conflagración, ¿puede razonablemente esperarse que la tropa del Ejército Mexicano se comporte como los rangers en Vietnam? ¿Tendrá la mentalidad racista que se requiere para ejecutar y sostener por años la guerra de tierra arrasada? ¿Serán capaces los oficiales de la contrainsurgencia de superar a sus teachers y podrán, esta vez, vaciar el mar? Para aproximarse a lo que representaría esa guerra y desechar de paso la falacia de la victoria fácil para el ejército federal, hay que considerar, por lo menos, tres aspectos que atañen a la condición humana del conflicto:

    1. Los pueblos originarios de Chiapas, a lo largo de la historia y a través de la rebelión zapatista, han dado muestra irrefutable de su fortaleza moral. Sus enemigos, a la vez, han demostrado una y mil veces que son incapaces de entender el significado de la dignidad, enarbolada por más de cinco siglos y levantada hoy por el EZLN. Evidentemente quienes elaboran los discursos del zedillismo no alcanzan a percibir lo hueco y ridículo de la retórica del gobierno, cuando trata de arrebatar símbolos a los zapatistas.

    2. El más despistado analista descubriría rápidamente el enorme apego a la tierra de los pueblos mayas de Chiapas. De acuerdo con el último Censo de Población, 98.80 por ciento de la población hablante de lengua tzeltal, 98.90 por ciento de tzotzil y 98.77 por ciento de tojolabal se encuentran en Chiapas. En términos generales, esto significa que en todo México son los pueblos originarios que menos emigran.21 Sólo este dato serviría para apercibir a los bachilleres de manuales gringos que, en el intento por vaciar el mar, se enfrentarán a una resistencia tenaz: les puede esperar otro Vietnam.

  • Los voluntarios internacionales que trabajaban en esa región –el delta del Mekong– me contaron haber visto en innúmeros casos cómo los helicópteros se abatían sobre un poblado súbitamente, cómo volaban las mercaderías y los techos en torbellinos de polvo mientras los soldados caían sobre la gente, metían cuantos podían en los aparatos y despegaban inmediatamente. Las madres ignoraban por completo adónde podían haber llevado a sus hijos; los hijos no sabían qué podía haber sido de sus madres. Así quedaban separadas las familias en aquella creación artificial de un problema de refugiados.22
  • Si acaso les hablaron de ello sus instructores en Fort Bragg, ¿recuerdan por casualidad cuáles eran las condiciones demográficas del delta del río Mekong, antes del fracaso de la política de "aldeas estratégicas"? En esa región, la población se caracteriza también por que no migra, pero, además, por que los lazos familiares son lo más sagrado de todas las cosas.23 La agresión a estos vínculos se convirtió en una feroz y heroica resistencia, uno de cuyos momentos emblemáticos es la derrota estadounidense en la batalla de Cu Chi: 1 438 yanquis muertos en once días de combate.

    3. El factor humano atañe también al propio ejército federal. Una cosa es ordenar hacer la guerra y otra muy distinta es estar en el campo de batalla. Los oficiales de gabinete que hacen el planteamiento del combate no son los que lo ejecutan. Más aún, el combatiente real en los ejércitos modernos no es el oficial sino el soldado. Este último, para arriesgar la vida en la batalla, debe, ante todo, estar convencido de "la bondad", de la justeza de la causa en una guerra. Sin ello, los ejércitos se colapsan más pronto que tarde.

    La opinión de la sociedad a la que pertenece el soldado es por eso decisiva. Ésta se transmite por diversos medios, en la radio o en el círculo familiar, en el gesto o por los ademanes de la gente que ve a los soldados transitar por los caminos.

    En este terreno, el del apoyo moral de la sociedad al soldado, el alto mando del ejército federal tiene perdida la batalla. ¿Acaso creen los generales de la contrainsurgencia que en algún lugar del país podrían ser aclamados por el pueblo, como se aclamó a los representantes de las 1 111 comunidades del ejército zapatista, en septiembre de 1997?

    Si, como han dicho en la historia de la humanidad tantos estudiosos del conflicto, en la guerra el factor humano es decisivo y si el gobierno se empeña en desconocer este principio y reinicia los enfrentamientos armados en contra de los zapatistas, es previsible que al prolongarse la guerra el estado mexicano entre en una grave crisis. A diferencia de lo que hemos conocido en la segunda mitad de este siglo, ésta sería una crisis dentro del ejército. Es por esto que, más que crisis de régimen, lo que se perfila es una crisis de estado, una crisis en el núcleo del poder estatal: el ejército.

  • Dos grupos, cada uno de sesenta personas, esperaron a "los ejércitos" en las dos entradas del pueblo. A las 11:30 vieron los primeros cascos entre la maleza. Al grito de ¡Chiapas no es cuartel! y ¡Haraganes, que se vayan a trabajar!, el pueblo entero se lanzó hacia donde venían las tropas. Los primeros soldados venían en fila india por el estrecho camino. Al ver a la gente se asustaron y dieron media vuelta. Se fueron alzando los brazos en señal de rendición. Se marcharon rápido hacia la canal...

    Media hora más tarde, los dos bandos estaban en lados opuestos de la carretera a Ocosingo... Mientras el oficial repetía "ya nos vamos", un hombre de la comunidad se dirigió a los soldados: "Ustedes no tienen la culpa, los que tienen la culpa es el gobierno. Ustedes, hermanos, yo sé que ustedes comen tal vez como nosotros, tienen casas y familias".

    Todo parecía estar bajo control, salvo por el hecho de que un grupo de soldados había huido y estaba perdido en el monte... (Ejido de Galeana, Chiapas, 9 de enero de 1998.)24

  • En conclusión, en materia de seguridad nacional, la verdadera y gran amenaza es la desnacionalización del Ejército Mexicano. El régimen neoliberal tendrá que asumir todas las consecuencias por ese atentado contra la soberanía de México y por todo el coraje que ha generado su ineptitud. La crisis se está configurando de modo tan violento, o quizá más, como las iniciativas que el poder está tomando en Chiapas.

    El movimiento nacional, que desde 1994 se expresó en solidaridad con los zapatistas, está ante el reto de pasar de la lucha de resistencia a la lucha ofensiva en contra del poder. El reclamo generalizado que se escucha en la base de las movilizaciones se orienta en esa dirección: están bien las marchas, pero es necesario ir más allá. La crisis del estado haría de ello no un reclamo sino una necesidad imperiosa.

     Operaciones Psicológicas

    Programas de Control de Población y de Recursos

    • A medida que la insurrección va en escalada y que el movimiento subversivo gana apoyo local o externo, el esfuerzo de las operaciones psicológicas deberá cambiar su énfasis de los programas de mejoramiento a los programas de control de población y de recursos.

    • La guerrilla debe ser separada de su fuente de apoyo y ese apoyo se encuentra dentro de la población local. En consecuencia, un blanco fundamental para las operaciones psicológicas es la población civil local. Ésta puede ser afectada en la medida que ve que sus fuentes de alimentación, medicina y sustento moral le están siendo alejados.

    • La población debe estar advertida de la amenaza de las restricciones y de su justificación. Debe estar informada de los beneficios que provendrán de su obediencia, y de los riesgos y penalidades que se aplicarán por violación de las restricciones.

    • Los programas que a menudo aíslan efectivamente a la guerrilla de su base de apoyo son el toque de queda, el bloqueo de caminos y puestos de control, el control de suministro de alimentos, el control de abastecimientos médicos, el registro de todas las personas, transportes, combustibles y armas de fuego, el establecimiento de caseríos de "nueva vida" para personas desalojadas por "operaciones de limpieza y aferramiento" y el aislamiento de áreas e instalaciones clave.

    • Los militares, paramilitares y la policía a menudo tienen reputación de ser opresivos, ásperos, antipáticos y corruptos. Tal reputación debe ser eliminada mediante una conducta apropiada y campañas de propaganda que iluminen las acciones y valores positivos de esas fuerzas.

    • Las acciones civiles de los militares, tales como la asistencia médica, reducirán la hostilidad de la población que ha sido desarraigada y, con un apoyo adecuado de propaganda, ésta descargará su ira por la situación existente sobre los hombros de los insurrectos. Los siguientes encabezados de propaganda pueden ser apropiados: "Las operaciones militares y las restricciones desaparecerán cuando el apoyo a las guerrillas cese"; "Los bandidos apoyados por extranjeros han destruido los placenteros y buenos días de antes"; "Debemos gobernarnos a nosotros mismos"; "En tanto la guerrilla permanezca aquí usted permanecerá en la zona de combate".

    • La impresión inicial recibida en el centro de reubicación es importante. Éste debe estar en etapas avanzadas de construcción e incluir comités de bienvenida. Las operaciones psicológicas deben informar y entretener con propaganda ingeniosa, explicar los planes de vivienda, asistencia médica y la distribución de tierras como propietarios; e incitar a la delación de los infiltrados y terroristas de la guerrilla.

    • Una vez que el área está limpia la mejor operación psicológica consiste en informar a los pobladores que el área es segura. Para efectuar esto la policía o las fuerzas paramilitares deben ser reclutadas localmente; y un programa de entrenamiento sano debe ser iniciado, de manera tal que las fuerzas regulares puedan ser relevadas para otras misiones.

    • Los dignatarios del país deben ser alentados a visitar e inspeccionar las fuerzas paramilitares. En ese tipo de visitas, los dirigentes políticos, militares, religiosos y educacionales locales deben ser reconocidos por sus contribuciones y participación en la estabilidad y el desarrollo de la comunidad. Esto contribuirá a un mejor entendimiento y comunicación con el gobierno nacional y acercará los líderes locales al gobierno.

    • Fases locales. Las unidades tácticas gradualmente son retiradas en consecuencia con la mayor habilidad de las fuerzas paramilitares para asumir la responsabilidad en el área. Los asuntos particulares, tales como las intenciones del gobierno para el futuro, las elecciones y la organización política local, deben ser ventilados para dar al pueblo una sensación de participación en sus propios asuntos así como en los asuntos del Estado.

    • La derrota total de la fuerza de la insurrección ocurre sólo cuando las causas subversivas reales han sido descubiertas y eliminadas, y cuando las mentes de la población han sido condicionadas para apoyar los programas y las políticas del gobierno.

    Field Manual 33-5 Psychological Operations; Techniques and Procedures

     

     

    Operaciones Psicológicas

    Temas ilustrativos de propaganda

    • El mantenimiento del espíritu de combate de las fuerzas armadas militares y paramilitares es un trabajo de máxima prioridad. Los pagos, los premios, los ascensos más elevados y otras acciones relacionadas con el prestigio pueden ser utilizados para promover y sostener la devoción y dedicación. De suma importancia es la necesidad del gobierno de presentar una imagen de calma que da certeza de la victoria definitiva.

    • Los temas divisionistas deben ser utilizados hacia los insurrectos. La evidencia de apoyo externo de los insurrectos, la intriga personal, los rasgos de carácter contrario a la cultural local son ejemplos de temas divisionistas que pueden ser apropiados.

    • La intimidación. Bajo circunstancias normales, un civil puede ser porfiado, orgulloso y no receptivo a la autoridad de los comandantes militares; pero la intimidación emanada de la presencia de poderosas fuerzas militares en el área puede atenuar su hostilidad y hacerlo más sensible a las operaciones de control.

    • El sentimiento de inferioridad. En áreas controladas, los sentimientos de inferioridad serán encontrados por un largo tiempo y, a menudo, en la gente que por razones de raza, religión o status socioeconómico se ha humillado a sí misma. En este caso ellos tienden a ofrecer poca resistencia a la propaganda. Tales personas son mucho más fáciles de conducir y dirigir que otras.

    • La dependencia de la fuerza de ocupación. La dependencia de la fuerza de ocupación es una característica inevitable de los civiles en un área recientemente ocupada. La fuerza de ocupación provee los efectos necesarios y los servicios vitales, los que pueden ser retirados si los civiles dejan de cumplir con las directivas. Así es que por razones de interés personal la audiencia puede auxiliar en su tarea al encargado de operaciones psicológicas.

    • Un ejemplo de operaciones específicas es el programa de amnistía el cual estimula la deserción. El programa de amnistía descansa fundamentalmente en establecer el contraste entre la vida segura y la sombría vida de perseguido de un desertor que enfrenta una continua amenaza. Ese programa no funcionaría sin tal contraste.

    • Propósitos. Persuadir a la población local, incluyendo los elementos auxiliares de la guerrilla, de que sus objetivos se pueden obtener a través de negociaciones pacíficas en vez de actividades de guerra de guerrillas. Ilustrar sobre la inutilidad y el costo terrible de la guerra de guerrillas y su efecto sobre el futuro de la nación. Hacer ver que el movimiento de guerrilla ha comenzado a caer bajo control de extranjeros, quienes están utilizando el conflicto para sus propios fines. Enfatizar que ciertos dirigentes de la insurrección son, en realidad, bandidos que buscan la continuación de la guerra por su propio beneficio personal. Exponer las falsedades de la ideología de los insurrectos.

    Field Manual 33-5 Psychological Operations; Techniques and Procedures

     

    1 Texto de un volante del ejército de Estados Unidos, arrojado sobre comunidades campesinas en Vietnam. Citado por Wilfred G. Burchett, El triunfo de Vietnam, Era, México, 1969, pp. 128-29 .

    2 Declaración de la subsecretaria de Defensa para Asuntos Latinoamericanos, Mary Lucy Jaramillo. Véase Raymundo Riva Palacio, "El TLC, vehículo para reorientar la seguridad hemisférica, Plan de EU. Propone incluso contar con un brazo armado", El Financiero, México, 19 de octubre de 1993.

    3 Dolia Estévez, "Convertir al Ejército Mexicano en unidades de reacción rápida, propone el Pentágono", El Financiero, México, 19 de mayo de 1994.

    4 Ignacio Rodríguez Reyna, "El ejército de rangers y boinas verdes", El Financiero, México, 25 y 26 de septiembre de 1995.

    5 David Aponte, "Coordinará EU operativos contra naves sospechosas de cargar droga", La Jornada, México, 6 de febrero de 1998.

    6 Dolia Estévez, "Presiona EU para incorporar a las Fuerzas Armadas de México a los esquemas del Pentágono", El Financiero, México, 17 de marzo de 1994.

    7 "Apremiante, coordinar acciones en materia de seguridad nacional: Dziedzic. Cumbres castrenses del TLC", El Financiero, México, 24 de noviembre de 1995.

    8 Dolia Estévez, "Replantean tareas hacia México las agencias de seguridad de EU", El Financiero, México, 22 de julio de 1993.

    9 Dolia Estévez, "Adecuar ejércitos de AL para responder a retos de seguridad, propone el general Harding. Define nuevas amenazas", El Financiero, México, 20 de mayo de 1994.

    10 "Juegos de guerra de EU cerca de la frontera con México", El Financiero, México, 29 de abril de 1994.

    11 Dolia Estévez, "Presiona EU...", cit.

    12 Raymundo Riva Palacio, art., cit.

    13 "Seguridad Nacional, el ‘tercer vínculo’ entre México y EU: Perry", El Financiero, México, 24 de octubre de 1995.

    14 "Busca EU relación de aliados, no de adversarios: William Perry", El Financiero, México, 24 de octubre de 1995.

    15 Dolia Estévez, "Presencia regular de militares de EU en Chiapas; simulan ser diplomáticos. La Sedena, respaldó la incursión. Montaron guardia en febrero del ‘95", El Financiero, México, 13 de septiembre de 1996.

    16 Defense Intelligence Agency, "Estudio analítico. Potencial de violencia en México para antes del 31 de diciembre de 1994", véase El Financiero, México, 4 de septiembre de 1996.

    17 Ibid.

    18 Dolia Estévez, "Cursos del Pentágono sobre relaciones públicas", El Financiero, México, 24 de junio de 1994.

    19 Citado en Gildardo Magaña, Emiliano Zapata y el agrarismo en México, vol. I, INEHRM, México, 1985, p. 253.

    20 Ignacio Rodríguez Reyna, "La derrota de la vieja doctrina de seguridad nacional", El Financiero, México, 26 de septiembre de 1995.

    21 Dulce María Rebolledo, El movimiento indígena en México. 1989-1990, tesis en antropología social, Escuela Nacional de Antropología e Historia, México, 1996.

    22 Burchett, op. cit., pp. 133-34.

    23 Ibid., pp. 130 y ss.

    24 Reporte de Enlace Civil, ejido de Galeana, Municipio Autónomo Francisco Gómez (antes Ocosingo), 9 de enero de 1998, citado por Adriana López Monjardin en "La resistencia de las mujeres zapatistas. No tengo miedo ni pena", Masiosare, n. 11, suplemento de La Jornada, 1° de febrero de 1998.

     

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