Desde su vida comunitaria y por múltiples mecanismos los Rarámuri han logrado resistir siglos de conquista. Cambian tan sólo para permanecer en su ser. Uno de esos mecanismos es la impartición de justicia autónoma. La historia deja ver que para enfrentar el cambio que les impuso la invasión, guardaron mucho de lo ancestral y adoptaron mucho del régimen colonial. Actualmente viven un sistema jurídico propio marcadamente ritual. Seguir en detalle el proceso de los juicios -sus etapas, actores, exigencias, resultados, etcétera- lleva a reconocer su admirable sentido de justicia. Es un proceso que entiende, busca y logra la justicia como recuperación de la armonía comunitaria, reintegrando al transgresor. No hay códigos ni castigos propiamente dichos. La sanción no es castigo por la culpa ni venganza social contra el culpable. Están la tradición y el consenso comunitario como garantes en las decisiones. Al que se ha desviado se le reencausa. El gobernador, quien preside el juicio, sólo sanciona el sentir del pueblo y presta su servicio gratuitamente. Todo esto es posible gracias a una efectiva organización propia, a un sistema de valores comunes y al sentido de identidad y pertenencia a la comunidad rarámuri. Están en choque y lucha dos cosmovisiones distintas, dos sistemas jurídicos, dos culturas.

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