Honorable Congreso de la Unión:
Legisladoras y legisladores de la Junta de Coordinación
Política de la Cámara de Diputados:
Legisladores y legisladoras de las Comisiones Unidas de
Puntos Constitucionales y de Asuntos Indígenas de la Cámara de Diputados:
Legisladores y legisladoras de las Comisiones de Puntos
Constitucionales, de Asuntos Indígenas y de Estudios Legislativos de la Cámara
de Senadores:
Legisladores y legisladoras de la Comisión de Concordia y
Pacificación:
Diputados y diputadas:
Senadores y senadoras:
Hermanos y hermanas del Congreso Nacional Indígena:
Hermanos y hermanas de los todos los pueblos indios de
México:
Hermanos y hermanas de otros países:
Pueblo de México:
Por mi voz habla la voz del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional.
La palabra que trae ésta nuestra voz es un clamor.
Pero nuestra palabra es de respeto para esta tribuna y para
todas y todos los que nos escuchan.
No recibirán de nosotros ni insultos ni groserías.
No haremos lo mismo que aquel que el día primero de diciembre
del año 2000 rompió el respeto a este recinto legislativo.
La palabra que traemos es verdadera.
No venimos a humillar a nadie.
No venimos a vencer a nadie.
No venimos a suplantar a nadie.
No venimos a legislar.
Venimos a que nos escuchen y a escucharlos.
Venimos a dialogar.
Sabemos que nuestra presencia en esta tribuna provocó agrias
discusiones y enfrentamientos.
Hubo quienes apostaron a que usaríamos esta oportunidad para
insultar o cobrar cuentas pendientes y que todo era parte de una estrategia
para ganar popularidad pública.
Quienes así pensaron no están presentes.
Pero hubo quienes apostaron y confiaron en nuestra
palabra. Esos nos abrieron esta puerta de diálogo y son los que están
presentes.
Nosotros somos zapatistas.
No traicionaremos la confianza y fe que muchos en este
parlamento y en el pueblo de México pusieron en nuestra palabra.
Quienes apostaron a prestar oído atento a nuestra palabra
respetuosa, ganaron.
Quienes apostaron a cerrar las puertas al diálogo porque
temían una confrontación, perdieron.
Porque los zapatistas traemos palabra de verdad y respeto.
Algunos habrán pensado que esta tribuna sería ocupada por el
supmarcos y que sería él quien daría el mensaje central de los zapatistas.
Ya ven que no es así.
El Subcomandante Insurgente Marcos es eso, un Subcomandante.
Nosotros somos los Comandantes, los que mandamos en común,
los que mandamos obedeciendo a nuestros pueblos.
Al Sup y a quien comparte con él esperanzas y anhelos les dimos
la misión de traernos a esta tribuna.
Ellos, nuestros guerreros y guerreras, han cumplido gracias
al apoyo de la movilización popular en México y en el mundo.
Ahora es nuestra hora.
El respeto que ofrecemos al Congreso de la Unión es de fondo
pero también de forma.
No está en esta tribuna el jefe militar de un ejército
rebelde.
Está quien representa a la parte civil del EZLN, la dirección
política y organizativa de un movimiento legítimo, honesto y consecuente, y,
además, legal por gracia de la ley para el diálogo, la conciliación y la paz
digna en Chiapas.
Así demostramos que no tenemos ningún interés en provocar
resentimientos ni resquemores en nadie.
Así que aquí estoy yo, una mujer indígena.
Nadie tendrá por qué sentirse agredido, humillado o rebajado
porque yo ocupe hoy esta tribuna y hable.
Quienes no están ahora ya saben que se negaron a escuchar lo
que una mujer indígena venía a decirles y se negaron a hablar para que yo los
escuchara.
Mi nombre es Esther, pero eso no importa ahora.
Soy zapatista, pero eso tampoco importa en este momento.
Soy indígena y soy mujer, y eso es lo único que importa
ahora.
Esta tribuna es un símbolo.
Por eso convocó tanta polémica.
Por eso queríamos hablar en ella y por eso algunos no querían
que aquí estuviéramos.
Y es un símbolo también que sea yo, una mujer pobre, indígena
y zapatista, quien tome primero la palabra y sea el mío el mensaje central de
nuestra palabra como zapatistas.
Hace unos días, en este recinto legislativo, se dio una
discusión muy fuerte y, en una votación muy cerrada, ganó la posición
mayoritaria.
Quienes pensaron diferente y obraron en consecuencia no
fueron a dar a la cárcel, ni se les persigue, ni mucho menos fueron muertos.
Aquí, en este Congreso, hay diferencias marcadas, algunas de
ellas hasta contradictorias, y hay respeto a esas diferencias.
Pero, aún con estas diferencias, el Congreso no se parte, no
se balcaniza, no se fragmenta en muchos congresitos, sino que, precisamente por
esas diferencias y por el respeto entre ellas, se construye sus normas.
Y, sin perder lo que hace distinto a cada quien, se mantiene
la unidad y, con ella, la posibilidad de avanzar de común acuerdo.
Ése es el país que queremos los zapatistas.
Un país donde se reconozca la diferencia y se respete.
Donde el ser y pensar diferente no sea motivo para ir a la
cárcel, para ser perseguido o para morir.
Aquí, en este palacio legislativo, hay 7 lugares vacíos que
corresponden a 7 indígenas que no pueden estar presentes.
Y no pueden estar aquí con nosotros porque la diferencia que
nos hace indígenas a los indígenas, no es reconocida ni respetada.
De los siete ausentes, el uno murió en los primeros días de
enero de 1994, dos más están presos por oponerse a la tala de árboles, otros
dos están en la cárcel por defender la pesca como medio de vida y oponerse a
los pescadores piratas, y los dos restantes tienen orden de aprehensión por la
misma causa.
Como indígenas los siete pelearon por sus derechos y como
indígenas encontraron la respuesta de la muerte, la cárcel y la persecución.
En este Congreso hay varias fuerzas políticas y cada una de
ellas se agrupa y trabaja con plena autonomía.
Sus modos de tomar acuerdos y las reglas de su convivencia
interna pueden ser vistos con aprobación o reprobación, pero son respetados y a
nadie se persigue por ser de una u otra fracción parlamentaria, por ser de
derecha, de centro o de izquierda.
En el momento en que es preciso, todos se ponen de acuerdo y
se unen para conseguir algo que consideran que es bueno para el país.
Si no se ponen de acuerdo todos, entonces la mayoría toma el
acuerdo y la minoría acepta y trabaja según el acuerdo de la mayoría.
Los legisladores son de un partido político, de una cierta
orientación ideológica, y son al mismo tiempo legisladores de todos los
mexicanos y mexicanas, sin importar a qué partido político pertenezca alguien o
qué idea tenga.
Así es el México que queremos los zapatistas.
Uno donde los indígenas seamos indígenas y mexicanos, uno
donde el respeto a la diferencia se balancee con el respeto a lo que nos hace
iguales.
Uno donde la diferencia no sea motivo de muerte, cárcel,
persecución, burla, humillación, racismo.
Uno donde siempre se tenga presente que, formada por
diferencias, la nuestra es una nación soberana e independiente.
Y no una colonia donde abunden los saqueos, las
arbitrariedades y las vergüenzas.
Uno donde, en los momentos definitorios de nuestra historia,
todas y todos pongamos por encima de nuestras diferencias lo que tenemos en
común, es decir, el ser mexicanos.
El actual es uno de esos momentos históricos.
En este Congreso no mandan ni el Ejecutivo Federal ni los
zapatistas.
Tampoco manda en él ningún partido político.
El Congreso de la Unión está formado por diferentes, pero
todos tienen en común el ser legisladores y la preocupación por el bienestar
nacional.
Esa diferencia y esa igualdad enfrentan ahora un tiempo que
les da la oportunidad de ver muy adelante y en la hora actual vislumbrar la
hora venidera.
Llegó la hora de nosotras y nosotros, los indígenas
mexicanos.
Estamos pidiendo que se nos reconozcan nuestras diferencias y
nuestro ser mexicanos.
Afortunadamente para los pueblos indios y para el país, un
grupo de legisladores como ustedes, elaboró una iniciativa de reformas
constitucionales que cuida tanto el reconocimiento de los indígenas, como el
mantener y reforzar, con ese reconocimiento, la soberanía nacional.
Ésa es la "iniciativa de ley de la Cocopa", llamada
así porque fueron los miembros de la Comisión de Concordia y Pacificación del
Congreso de la Unión, diputados y senadores, los que la hicieron.
No ignoramos que esta iniciativa de ley Cocopa ha recibido
algunas críticas.
Durante 4 años se dio un debate que ninguna iniciativa de ley
ha tenido a lo largo de la historia de la Legislatura Federal en México.
Y en este debate, todas las críticas fueron puntualmente
refutadas por la teoría y la práctica.
Se acusa a esta propuesta de balcanizar el país, y se olvida
que el país ya está dividido.
Un México que produce las riquezas, otro que se apropia de
ellas, y otro que es el que debe tender la mano para recibir la limosna.
En este país fragmentado vivimos los indígenas condenados a
la vergüenza de ser el color que somos, la lengua que hablamos, el vestido que
nos cubre, la música y la danza que hablan nuestras tristezas y alegrías, nuestra
historia.
Se acusa a esta propuesta de crear reservaciones indias, y se
olvida que de por sí los indígenas estamos viviendo apartados, separados de los
demás mexicanos y, además en peligro de extinción.
Se acusa a esta propuesta de promover un sistema legal
atrasado, y se olvida que el actual sólo promueve la confrontación, castiga al
pobre y le da impunidad al rico, condena nuestro color y convierte en delito
nuestra lengua.
Se acusa a esta propuesta de crear excepciones en el quehacer
político, y se olvida que en el actual el que gobierna no gobierna, sino que
convierte su puesto público en fuente de riqueza propia y se sabe impune e
intocable mientras no acabe su tiempo en el cargo.
De todo esto y de más cosas hablarán más detalladamente los
hermanos y hermanas indígenas que me seguirán en el uso de la palabra.
Yo quiero hablar un poco de eso que critican a la ley Cocopa
porque legaliza la discriminación y la marginación de la mujer indígena.
Señores y señoras diputados y diputadas.
Senadores y senadoras.
Quiero explicarles la situación de la mujer indígena que
vivimos en nuestras comunidades, hoy que según esto está garantizado en la
Constitución el respeto a la mujer.
La situación es muy dura.
Desde hace muchos años hemos venido sufriendo el dolor, el
olvido, el desprecio, la marginación y la opresión.
Sufrimos el olvido porque nadie se acuerda de nosotras.
Nos mandaron a vivir hasta en el rincón de las montañas del
país para que ya no llegue nadie a visitarnos o a ver como vivimos.
Mientras no contamos con los servicios de agua potable, luz
eléctrica, escuela, vivienda digna, carreteras, clínicas, menos hospitales,
mientras muchas de nuestras hermanas, mujeres, niños y ancianos mueren de
enfermedades curables, desnutrición y de parto, porque no hay clínicas ni
hospitales. Donde se atiendan.
Sólo en la ciudad, donde viven los ricos sí tienen hospitales
con buena atención y tienen todos los servicios.
Para nosotras aunque haya en la ciudad no nos beneficia para
nada, porque no tenemos dinero, no hay manera como trasladar, si lo hay ya no
llegamos a la ciudad, en el camino regresamos ya muerto.
Principalmente las mujeres, son ellas las que sienten el
dolor del parto, ellas ven morir sus hijos en sus brazos por desnutrición, por
falta de atención, también ven sus hijos descalzos, sin ropa porque no alcanza
el dinero para comprarle porque son ellas que cuidan sus hogares, ven qué le
hace falta para su alimentación.
También cargan su agua de 2 a 3 horas de camino con cántaro y
cargando su hijo y lo hace todo lo que hace dentro de la cocina.
Desde muy pequeña empezamos a trabajar cosas sencillas.
Ya grande sale a trabajar en el campo, a sembrar, limpiar y
cargar su niño.
Mientras los hombres se van a trabajar en las fincas
cafetaleras y cañeras para conseguir un poco de dinero para poder sobrevivir
con su familia, a veces ya no regresan porque se mueren de enfermedad.
No da tiempo para regresar en su casa o si regresan, regresan
enfermos, sin dinero, a veces ya muerto.
Así queda con más dolor la mujer porque queda sola cuidando
sus hijos.
También sufrimos el desprecio y la marginación desde que
nacimos por que no nos cuidan bien.
Como somos niñas piensan que nosotros no valemos, no sabemos
pensar, ni trabajar, como vivir nuestra vida.
Por eso muchas de las mujeres somos analfabetas porque no
tuvimos la oportunidad de ir a la escuela.
Ya cuando estamos un poco grandes nuestros padres nos obligan
a casar a la fuerza, no importa si no queremos, no nos toman consentimiento.
Abusan de nuestra decisión, nosotras como mujer nos golpea,
nos maltrata por nuestros propios esposos o familiares, no podemos decir nada
porque nos dicen que no tenemos derecho de defendernos.
A nosotras las mujeres indígenas, nos burlan los ladinos y
los ricos por nuestra forma de vestir, de hablar, nuestra lengua, nuestra forma
de rezar y de curar y por nuestro color, que somos el color de la tierra que
trabajamos.
Siempre en la tierra porque en ella vivimos, también no nos
permite nuestra participación en otros trabajos.
Nos dicen que somos cochinas, que no nos bañamos por ser
indígena.
Nosotras las mujeres indígenas no tenemos las mismas
oportunidades que los hombres, los que tienen todo el derecho de decidir de
todo.
Solo ellos tienen el derecho a la tierra y la mujer no tiene
derecho como que no podemos trabajar también la tierra y como que no somos
seres humanos, sufrimos la desigualdad.
Toda esta situación los malos gobiernos los enseñaron.
Las mujeres indígenas no tenemos buena alimentación, no
tenemos vivienda digna, no tenemos ni un servicio de salud, ni estudios.
No tenemos proyecto para trabajar, así sobrevivimos la
miseria, esta pobreza es por el abandono del gobierno que nunca nos ha hecho
caso como indígena y no nos han tomado en cuenta, nos ha tratado como cualquier
cosa.
Dice que nos manda apoyo como progresa pero ellos lo hacen
con intención para destruirnos y dividirnos.
Así es de por sí la vida y la muerte de nosotras las mujeres
indígenas.
Y nos dicen que la ley Cocopa va a hacer que nos marginen.
Es la ley de ahora la que permite que nos marginen y que nos
humillen.
Por eso nosotras nos decidimos a organizar para luchar como
mujer zapatista.
Para cambiar la situación porque ya estamos cansadas de tanto
sufrimiento sin tener nuestros derechos.
No les cuento todo esto para que nos tengan lástima o nos
vengan a salvar de esos abusos.
Nosotras hemos luchado por cambiar eso y lo seguiremos
haciendo.
Pero necesitamos que se reconozca nuestra lucha en las leyes
porque hasta ahora no está reconocida.
Sí está pero sólo como mujeres y ni siquiera ahí está cabal.
Nosotras además de mujeres somos indígenas y así no estamos
reconocidas.
Nosotras sabemos cuales son buenos y cuales son malos los
usos y costumbres.
Malas son de pagar y golpear a la mujer, de venta y compra,
de casar a la fuerza sin que ella quiere, de que no puede participar en
asamblea, de que no puede salir en su casa.
Por eso queremos que se apruebe la ley de derechos y cultura
indígena, es muy importante para nosotros las mujeres indígenas de todo México.
Va a servir para que seamos reconocidas y respetadas como
mujer e indígena que somos.
Eso quiere decir que queremos que sea reconocida nuestra
forma de vestir, de hablar, de gobernar, de organizar, de rezar, de curar,
nuestra forma de trabajar en colectivos, de respetar la tierra y de entender la
vida, que es la naturaleza que somos parte de ella.
En esta ley están incluidos nuestros derechos como mujer que
ya nadie puede impedir nuestra participación, nuestra dignidad e integridad de
cualquier trabajo, igual que los hombres.
Por eso queremos decirle para todos los diputados y senadores
para que cumplan con su deber, sean verdaderos representantes del pueblo.
Ustedes dijeron que iban a servir al pueblo que van a hacer
leyes para el pueblo.
Cumplan su palabra, lo que se comprometieron al pueblo.
Es el momento de aprobar la iniciativa de ley de la Cocopa.
Los que votaron a favor de ustedes y los que no pero que
también son pueblos siguen sediento de paz, de justicia, de hambre.
Ya no permitan que nadie ponga en vergüenza nuestra dignidad.
Se los pedimos como mujeres, como pobres, como indígenas y
como zapatistas.
Señoras y señores legisladoras y legisladores:
Ustedes han sido sensibles a un clamor que no es sólo de los
zapatistas, ni sólo de los pueblos indios, sino de todo el pueblo de México.
No sólo de los que son pobres como nosotros, también de gente
que vive con acomodo.
Su sensibilidad como legisladores permitió que una luz
alumbrara la oscura noche en que los indígenas nacemos, crecemos, vivimos y
morimos.
Esa luz es el diálogo.
Estamos seguros de que ustedes no confunden la justicia con
la limosna.
Y que han sabido reconocer en nuestra diferencia la igualdad
que como seres humanos y como mexicanos compartimos con ustedes y con todo el
pueblo de México.
Saludamos que nos escuchen y por eso queremos aprovechar su
oído atento para decir algo importante:
el anuncio de la desocupación militar de Guadalupe Tepeyac,
la Garrucha y río Euseba, y las medidas que se están tomando para cumplir con
esto, no pueden pasar desapercibidas para el EZLN.
El señor Vicente fox está respondiendo ya a una de las
preguntas que nuestros pueblos le hacían a través de nosotros:
Él es el comandante supremo del ejército federal y éste
responde a sus órdenes, sea para bien o sea para mal.
En este caso, sus órdenes han sido señal de paz y por eso
nosotros, los comandantes y las comandantas del EZLN, también daremos órdenes
de paz a nuestras fuerzas:
Primero.- ordenamos al compañero Subcomandante Insurgente
Marcos que, como mando militar que es de las fuerzas regulares e irregulares
del EZLN, disponga lo necesario para que no se realice ningún avance militar de
nuestras fuerzas sobre las posiciones que ha desocupado el ejército federal, y
que ordene que nuestras fuerzas se mantengan en sus posiciones actuales de
montaña.
A una señal de paz no responderemos con una señal de guerra.
Las armas zapatistas no suplirán a las armas gubernamentales.
La población civil que habita en los lugares desocupados por
el ejército federal tiene nuestra palabra de que nuestra fuerza militar no será
empleada para dirimir conflictos o desacuerdos.
Invitamos a la sociedad civil nacional e internacional para
que instale en esos lugares campamentos de paz y puestos de observación civil y
certifique así que no habrá presencia armada de los zapatistas.
Segundo.- le estamos dando instrucciones al arquitecto
Fernando Yánez Muñoz para que, a la brevedad posible, se ponga en contacto con
la comisión de concordia y pacificación y con el comisionado gubernamental de
paz, señor Luis Héctor Álvarez, y les proponga que, juntos, viajen al
suroriental estado de Chiapas y certifiquen personalmente que las siete
posiciones están libres de toda presencia militar y que se ha cumplido así una
de las tres señales demandadas por el EZLN para el reinicio del diálogo.
Tercero.- asimismo estamos instruyendo al arquitecto Fernando
Yánez Muñoz para que se acredite ante el gobierno federal que encabeza Vicente
fox, en calidad de correo oficial del EZLN con el comisionado gubernamental de
paz, y trabaje coordinadamente para conseguir lo más pronto posible el
cumplimiento de las dos señales restantes y se pueda así reiniciar formalmente
el diálogo: la liberación de todos los zapatistas presos y el reconocimiento
constitucional de los derechos y la cultura indígenas de acuerdo a la
iniciativa de ley de la Cocopa.
El Ejecutivo Federal tiene ya, a partir de ahora, un medio
seguro, confiable y discreto para avanzar en las condiciones que permitan un
diálogo directo del Comisionado de Paz con el EZLN. Esperamos que haga
buen uso de él.
Cuarto.- solicitamos respetuosamente al Congreso de la Unión
que, en la medida en que es aquí donde la puerta del diálogo y la paz se ha
abierto, facilite un lugar dentro de su espacio para que se dé, si así lo
acepta el comisionado gubernamental de paz, este primer encuentro entre el
Gobierno Federal y el enlace del EZLN.
En caso de negativa del Congreso de la Unión, misma que
sabremos entender, se instruye al arquitecto Yánez para que dicho encuentro se
realice donde se considere pertinente, siempre y cuando sea un lugar neutral, y
que se informe a la opinión pública de lo que ahí se acuerde.
Señoras y señores legisladoras y legisladores:
De esta forma dejamos clara nuestra disposición al diálogo, a
la construcción de acuerdos y al logro de la paz.
Si ahora se puede ver con optimismo el camino de la paz en
Chiapas es gracias a la movilización de mucha gente en México y en el mundo.
A ella le agradecemos especialmente.
También ha sido posible por un grupo de legisladores y
legisladoras, que ahora están frente mío, que han sabido abrir el espacio, el
oído y el corazón a una palabra que es legítima y justa.
A una palabra que tiene de su lado a la razón, la historia,
la verdad y la justicia y que, sin embargo, no tiene aún de su lado a la ley.
Cuando se reconozcan constitucionalmente los derechos y la
cultura indígenas de acuerdo a la iniciativa de ley de la Cocopa, la ley
empezará a unir su hora a la hora de los pueblos indios.
Los legisladores que hoy nos abren puerta y corazón tendrán
entonces la satisfacción del deber cumplido.
Y eso no se mide en cantidad de dinero, pero sí en dignidad.
Entonces, ese día, los millones de mexicanos y mexicanas y de
otros países sabrán que todos los sufrimientos que han tenido en estos días y
en los que vienen no fueron en vano.
Y si hoy somos indígenas, después seremos todos los otros y
otras que son muertos, perseguidos y encarcelados por razón de su diferencia.
Señoras y señores legisladoras y legisladores:
Soy una mujer indígena y zapatista.
Por mi voz hablaron no sólo los cientos de miles de
zapatistas del sureste mexicano.
También hablaron millones de indígenas de todo el país y la
mayoría del pueblo mexicano.
Mi voz no faltó al respeto a nadie, pero tampoco vino a pedir
limosnas.
Mi voz vino a pedir justicia, libertad y democracia para los
pueblos indios.
Mi voz demandó y demanda reconocimiento constitucional de
nuestros derechos y nuestra cultura.
Y voy a terminar mi palabra con un grito con el que todas y
todos ustedes, los que están y los que no están, van a estar de acuerdo:
¡Con los pueblos
indios!
¡Viva México!
¡Viva México!
¡Viva México!
¡Democracia! ¡Libertad!
¡Justicia!
Desde el Palacio
Legislativo de San Lázaro, Congreso de la Unión.
Comité Clandestino
Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional.
México, marzo 28
del 2001.
Muchas gracias.