Como nunca antes la humanidad se encuentra amenazada de muerte y desesperanza. Por todas partes del mundo donde hay riqueza humana, vitalidad cultural, territorios bien dotados de recursos naturales la avidez capitalista siembra guerra, destrucción y genocidio. El petróleo se arrebata, la vida se patenta, la cultura y la historia se tratan de convertir en cenizas. Los que resisten, los que se pronuncian en contra, son señalados como terroristas, narcotraficantes, tiranos o, simplemente, sospechosos. Basta para acabar con ellos.
La humanidad entera va convirtiéndose poco a poco en parte del eje del mal que debe ser arrasado y/o redimido. El mundo requiere un nuevo proceso de evangelización que le haga entender que democracia es la ley del más fuerte, que la razón nunca alcanzará la estatura de la fuerza, que no hay más que una manera de hacer las cosas y ésa es siempre ajena, siempre impuesta.
La política hegemónica de Estados Unidos está orientada hoy por criterios militares que buscan una dominación de espectro completo (Joint vision 2020). Esto incluye superioridad tecnológica en los sectores fundamentales, acceso monopólico a los recursos estratégicos y sometimiento de todo real o potencial enemigo. Las relaciones sociales se han empobrecido tanto que cualquier asomo de creatividad puede ser considerado un peligroso objetivo a disuadir o, para mayor seguridad, eliminar.
Esta dominación de espectro completo es la meta a alcanzar en el año 2020 y, para ello, se trabaja desde hace algunos años en la modificación general de las reglas del juego tanto en el terreno económico como en el militar, incluso invirtiendo los términos de la relación entre ambos al otorgar cada vez mayor preminencia a la planeación y acciones militares.
La creciente deslegitimación de un sistema que no ofrece perspectivas de futuro a la mayoría de la población del mundo y que, simultáneamente, intenta impedir la búsqueda de alternativas, redunda en una inconformidad creciente que pone en riesgo, efectivamente, su seguridad. La primera línea de aseguramiento del sistema de dominación, entonces, por encima de la defensa de los intereses económicos, está en el control de la insurgencia, en la desestructuración de los pueblos, en el arrasamiento de la memoria histórica y en la que podría enunciarse como "sumisión de espectro completo" que trasciende, abarcándola, la esfera de lo económico.
La humanidad hoy está en peligro ante esta nueva ofensiva de carácter total. La capacidad de dominio de los grandes poderes de Estados Unidos sobre el mundo es mayor que nunca. A las agresiones en contra de los pueblos palestino y afgano ahora se suma la invasión impune y desenfrenada de Irak en donde no sólo se asesina y mutila a la población sino que se le expropian los referentes de su cultura, de su pasado milenario, se queman sus libros y documentos como hace quinientos años se hizo en América, queriendo borrar toda interferencia de otros pensamientos, de otras sabidurías. Guardando las proporciones históricas, estamos ante un nuevo proceso de Conquista, tan bárbaro, salvaje e impune como el de hace quinientos años.
Sin embargo, los pueblos no se rinden hoy como no lo hicieron desde entonces. Si hoy las luchas en América se reconocen parte de una resistencia contra el invasor que dura ya más de quinientos años, las de los pueblos árabes se remontan todavía más lejos en la historia y, si hasta ahora no se han rendido, ya no lo harán nunca, como bien señala el Subcomandante Insurgente Marcos.
Los pueblos están en lucha, así lo constata la valiente resistencia de afganos, iraquíes y palestinos, las inumerables marchas, desplegados, actos de protesta contra la invasión armada, contra la impunidad y el genocidio en todas partes del mundo.
No obstante, la lucha nunca ha sido fácil y hoy quizá lo es menos, dadas las capacidades de dominio, persuación, destrucción y apoderamiento desarrolladas por los grandes poderes concentrados detrás del Estado estadounidense y claramente mostradas al mundo por sus soldados, boinas verdes, fuerzas conjuntas, tanques, aviones y sistemas de telecomunicación que dirigen los misiles inteligentes, casualmente estallados en hospitales, escuelas, bibliotecas, centros de periodismo y otros blancos similares que, hasta hace poco, no eran considerados blancos militares. Hoy todo cambia de acuerdo con la concepción militarista y evangelizadora de los portadores de la verdad del Pentágono, de los impulsores de la democracia american way, que se justifican a sí mismos como salvadores del mundo ("Para bien o para mal, la seguridad en el mundo y en América requiere un papel de liderazgo de Estados Unidos", Colin Powell).
Hoy la lucha no es en Irak, es también en Colombia, en el campo mexicano, en las calles y los piquetes de Argentina, en Cochabamba y el Chapare boliviano, en las selvas de Chiapas, Oaxaca y el Amazonas, es en Venezuela y Cuba, Irán, Siria y Corea del Norte, donde se preparan frentes similares al de Irak. Hoy la lucha es de espectro completo, por eso el Pentágono diseña sus estrategias sobre esa base. Si para apoderarse del mundo y sus riquezas los poderosos tienen que destruir a los pueblos, para reconstruir el mundo los pueblos tienen que pelear en todos los terrenos, en todos los espacios, y juntos. En un mundo de atropellos y rebeldías, sospechosos somos todos. Luchemos entonces contra una sociedad basada en la sospecha, en la delación y la culpa. Derrotemos la guerra construyendo la política, esa nueva política comunitaria que los pueblos están reclamando en todo el planeta.
Revista Chiapas
http://www.ezln.org/revistachiapas
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Chiapas 15 2003 (México: ERA-IIEc)
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