Por primera vez en la historia de la humanidad un grupo armado rebelde es capaz de convocar a intelectuales, luchadores sociales, sindicalistas y ciudadanos de los cinco continentes a discutir un proyecto de construcción de un mundo distinto. Desde cuarenta y tres países diferentes acudieron delegaciones, algunas numerosas, otras individuales, pero todas ávidas de intercambiar ideas, reflexiones, experiencias, y de establecer redes de resistencia comunes.
El Encuentro Intercontinental constituyó el primer espacio real de construcción de una identidad colectiva común en la que lo más interesante fue el reconocimiento de las identidades variadas en proceso simultáneo de afirmación y de desvanecimiento, que comparten la lucha por resignificarse como seres humanos. Efectivamente el significado profundo del discurso de bienvenida leído en Oventic por la mayor Ana María contenía una propuesta de transgresión de las identidades aisladas, para convertirlas en espacio de intercambio, solidaridad, rebeldía y creación. Cosntituyó un momento fundamental de superposición entre dos épocas, entre dos propuestas civilizatorias, entre dos mundos posibles. A partir de ese recibimiento, las líneas divisorias no estuvieron ya marcadas por idiomas, hábitos o procedencias.
La universalidad alcanzada por la convocatoria zapatista pone de manifiesto la nueva dimensión de la dominación capitalista y el carácter radical del combate contra el neoliberalismo. La decisión de mantener los vínculos transidentitarios y de crear, fortalecer y multiplicar las redes de insubordinación, a partir del ¡Ya basta! De la rebeldía indígena zapatista, fue consenso absoluto y ningún otro documento la recoge de manera tan precisa y completa como el discurso de clausura leído por el subcomandante Marcos en una gigantesca y emotiva ceremonia el día 3 de agosto.
La clausura del Encuentro no fue otra que el inicio de un proceso de confluencia intercontinental en busca de la dignidad del ser humano, proceso que por naturaleza es colectivo y libertario. O, como decía esa cumbia improvisada de la última noche en La Realidad: "La fiesta ya comenzó y nunca va a terminar..."
Revista Chiapas
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Chiapas 3 1996 (México: ERA-IIEc)
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