La guerra es el discurso del poder totalitario que destruye la democracia y la vida.
La política y el diálogo que la guerra intenta aniquilar son los caminos de los pueblos para construir un nuevo mundo, democrático y justo, donde todos puedan vivir con dignidad.
A ocho años de iniciada la guerra en México, el diálogo de paz sigue suspendido por el incumplimiento del gobierno de los compromisos mínimos y por la violación de la Ley de Concordia y Pacificación al mantener todavía nueve presos políticos zapatistas.
Con la Ley indígena aprobada el 28 de marzo el congreso mexicano, traicionando el espíritu con el que fue creado, no sólo negó a los pueblos indios el reconocimiento y derechos contemplados en los Acuerdos de San Andrés sino que les arrebató otros, incluidos anteriormente en la legislación nacional.
La dominación del hombre por el hombre, la guerra y los fundamentalismos del pensamiento único sólo podrán ser erradicados mediante el reconocimiento de que vivimos en un mundo diverso en el que coexisten diferentes cosmovisiones, experiencias, costumbres y visiones políticas que se resisten a someterse a la dinámica de una competencia que niega al otro y, en cambio, reclaman un espacio para todos: un mundo donde quepan muchos mundos.
La democracia en México, y en el mundo, sólo será posible con el reconocimiento a los derechos y cultura de los pueblos indios. Un gobierno democrático sólo puede empezar a hacerse realidad mediante el cumplimiento y respeto de sus compromisos con la sociedad.
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional reiteró con la histórica Marcha de la Dignidad Indígena, en febrero y marzo de 2001, su disposición para hacer de la política el arma de resolución del conflicto. Toca al aparato de gobierno pronunciarse, en los hechos, por la paz y no por la guerra, desactivando a los grupos paramilitares, manteniendo al ejército fuera de las comunidades y reiniciando el diálogo.
Una paz justa en México exige, del aparato de gobierno, cumplir las tres condiciones (mínimas) para el reinicio del diálogo:
Desmilitarizar y restituir a las comunidades las siete posiciones -de doscientas cincuenta y nueve que tiene el ejército en Chiapas- demandadas por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Liberar a todos los presos políticos zapatistas.
Reconocer constitucionalmente la ley emanada de San Andrés (Ley Cocopa), que recoge los compromisos firmados en 1996.
Nosotros, mujeres y hombres comprometidos con la paz y la democracia, reunidos en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, hacemos un llamado al presidente y al congreso mexicanos para cumplir las tres condiciones que harán posible el reinicio del diálogo y para suspender todo tipo de acciones de intimidación y hostigamiento a las comunidades zapatistas. Un mundo sin guerras sólo será posible si luchamos para construir el camino de la paz.
Revista Chiapas
http://www.ezln.org/revistachiapas
http://membres.lycos.fr/revistachiapas/
http://www33.brinkster.com/revistachiapas
|
Chiapas 13 2002 (México: ERA-IIEc)
|